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lunes, 29 de abril de 2024 00:04h.

Camino Natural de Campo Azálvaro, una marcha de 13,9 km entre Ávila y Urraca-Miguel

La ruta del Camino Natural de Campo Azálvaro tiene una longitud de 13,9 kilómetros y un suave desnivel de tan sólo 140 metros positivos y 150 metros negativos. Comienza en las afueras de Ávila, en la carretera AV-500 que comunica esta ciudad amurallada con El Espinar, a la altura del punto kilométrico dos, junto a las últimas casas de la urbanización Las Hervencias.

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Fotos: MAGRAMA

Declarada Patrimonio de la Humanidad, Ávila fue durante el Medievo una de las principales ciudades de Castilla gracias al comercio y a la pujante industria textil que se desarrolló en torno a la lana. En esa época, miles de cabezas de ovejas merinas atravesaban sus murallas siguiendo el trazado de las numerosas vías pecuarias, muchas de las cuales continúan protegidas en la actualidad.

Una de las más importantes era la Cañada Real Soriana Occidental, uno de cuyos tramos, hoy día denominado Camino Natural de Campo Azálvaro, sigue uniendo como entonces la ciudad de Ávila con esa comarca.

 

 

Inicio

A unos pocos metros del inicio del Camino se localiza un panel interpretativo con la descripción de la ruta, recorrido, distancias y puntos más sobresalientes. Luego el trazado tuerce a la izquierda, con dirección suroeste, observándose una señal de tránsito de bicicletas tras la que continúa una suave pendiente ascendente que se adentra en una zona de encinar.

Más adelante se alcanza una terraza natural desde donde se pueden contemplar las dehesas de Aldeagordillo y del Gansino, frente a un magnífico encinar. Tras el merecido descanso, la ruta continúa descendiendo hacia un paisaje de berrocales, grandes tolmos de granito, donde el encinar se abre dando paso a un paisaje de matorral formado por cantueso (Lavandula stoechas), retama (Retama sp.) y escoba (Cytisus scoparius) en uno de los tramos más llanos.

 

Bernuy-Salinero

Una vez alcanzado el kilómetro cuatro, un nuevo y suave descenso conduce al visitante hacia el cercano pueblo de Bernuy-Salinero, parada obligatoria de la marcha. En este tramo suele observarse el vuelo circular de buitres leonados (Gyps fulvus) y, en ocasiones, incluso algún buitre negro (Aegypius monachus). Los cruces de varios caminos anuncian la proximidad de esta localidad a la que se accede finalmente por una calleja que acaba en la plaza de la fuente, siendo éste uno de los dos únicos puntos de abastecimiento de agua en la ruta.

En el interior de su casco urbano merece la pena visitar la iglesia de San Pedro Apóstol, que conserva restos románico-mudéjares y cuyo campanario está constituido por la antigua atalaya defensiva de Bernuy. En esta localidad también resulta obligado visitar el dolmen del Prado de las Cruces, único existente en toda la provincia, así como otros trece que permanecen sin excavar, con los que compone un cementerio megalítico declarado Bien de Interés Cultural.

 

 

Sierras de la Cuesta y del Malagón

Una vez abandonado Bernuy, la ruta continúa sorteando la carretera AV-500 por un paso elevado de peatones y cicloturistas, desde donde comienza una bajada de cuatro kilómetros hasta el arroyo de Prado Casares. A partir de este punto el paisaje transcurre ya transformado en un páramo salpicado de encinas (Quercus ilex), donde suele ser frecuente la presencia de rebaños de ovejas entrefinas y se puede disfrutar del vuelo de numerosos milanos (Milvus sp.), ratoneros comunes (Buteo buteo) y alcaudones (Lanius sp.), así como de la presencia de córvidos y otros pequeños paseriformes, como la collalba rubia (Oenanthe hispanica) y la cogujada (Galerida cristata).

A la altura del kilómetro nueve aparecen en el horizonte los perfiles de las Sierras de la Cuesta y del Malagón, a la izquierda y derecha respectivamente del camino, en cuyas cresterías se avistan alineaciones de modernos aerogeneradores.

Una vez sobrepasado el arroyo de Prado Casares se llega a una dehesa de encinas, en la que destacan grandes ejemplares centenarios a cuyos pies se encuentran tradicionales abrevaderos para ganado y varias casetas de pastores.

 

Urraca-Miguel

El Camino continúa mostrando al viajero unos singulares afloramientos de pizarra, mientras desciende hasta el cauce del estacional río Mediana, donde se puede apreciar la típica vegetación ribereña formada por sauces (Salix sp.) y fresnos (Fraxinus sp.).

Desde este punto se afronta el último tramo que, a unos 700 metros antes del final, presenta sus mayores pendientes, coronadas hacia el sureste por un muladar sobre el que los buitres vuelan constantemente en busca de alimento.

El final del Camino Natural se encuentra en el acceso noroeste de la localidad de Urraca-Miguel, donde se ubica el último de los paneles interpretativos de la ruta. En esta población merece visitarse la iglesia de San Miguel Arcángel y refrescarse en el agua de su fuente.

Una vez completado el recorrido, el visitante puede continuar el viaje por la Cañada Real que, adentrándose en el Campo Azálvaro, discurre hasta el embalse de Voltoya o Sorones, a unos cinco kilómetros del pueblo, donde en invierno se pueden observar abundantes aves acuáticas y, en verano, algunas especies esteparias como alcaravanes (Burhinus oedicnemus) y sisones (Tetrax tetrax).

Otra alternativa posible es salir en dirección a la aldea de Ojos Albos para visitar las pinturas rupestres de Peña Mingubela, de la II Edad de Hierro, y los restos de su puente románico, en un paisaje presidido por numerosas buitreras.