Una agujeta es el resultado de un microtraumatismo de las fibras musculares. Después de esta lesión, el cuerpo desencadena una ligera reacción inflamatoria destinada a reparar el músculo. Este fenómeno es el que provoca dolores localizados que, a veces, pueden llegar a ser muy discapacitantes.

¿Cómo aparecen?

Cuando corremos, nuestros músculos se activan para realizar dos movimientos distintos: la fase de propulsión y la fase de amortiguación.

- La propulsión consiste en impulsarse con una pierna y luego con la otra, para avanzar.

- La amortiguación es la continuación lógica de la propulsión: es la recepción sobre la otra pierna, antes de que a su vez pase a la fase de propulsión.

Los científicos han demostrado que la fase de amortiguación es la principal responsable de las agujetas. Por este motivo, aparecen con más frecuencia en las carreras de descenso, a velocidad elevada o de muy larga duración, porque las exigencias en cuanto a la amortiguación son mayores.

Es importante destacar que los dolores no aparecen durante la práctica deportiva, sino entre 24 y 48 horas más tarde. Por tanto, la acumulación de ácido láctico en el músculo no tiene ninguna relación con la aparición de las agujetas, tal y como muchos creían hasta ahora.

Los beneficios asociados

Las agujetas graves pueden ser un freno a la práctica del running, pero el hecho de notar una ligera rigidez muscular el día después de una sesión importante puede ser una fuente de motivación, ya que es la prueba de que hemos trabajado bien.

Otro beneficio más concreto sería el fenómeno de la sobrecompensación. Se trata de una teoría según la cual el cuerpo es más fuerte los días que siguen a un gran esfuerzo. Las fibras estropeadas se van a reconstruir para hacer que el músculo sea más sólido y resistente. De todos modos, debemos tener bastante cuidado con abusar de este fenómeno porque podríamos provocar lesiones en forma de contracturas, tendinitis o desgarros musculares.