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miércoles, 24 de abril de 2024 00:00h.

Diplomacia runner

Que levante la mano quien en alguna ocasión no haya subido a un ascensor y, disimulando que no se ha dado cuenta de que venía alguien más, incluso apretando el paso, ha pulsado el botón para que se cerraran las puertas y subir o bajar de planta en solitario.

Que levante la mano quien en alguna ocasión no haya subido a un ascensor y, disimulando que no se ha dado cuenta de que venía alguien más, incluso apretando el paso, ha pulsado el botón para que se cerraran las puertas y subir o bajar de planta en solitario. No vamos a juzgar aquí los motivos, que puede que sean más que justos: desde que tengamos un mal día hasta que la posible compañía para esos pocos segundos en un espacio tan reducido sea la de un vecino o compañero de trabajo que nos cae fatal.

Sin embargo, hay una parcela en la vida de cualquier runner que se precie donde la diplomacia es sagrada, y es en el momento de cruzarse con otro corredor en un entreno. Da igual si se están haciendo series, rectas o cuestas, si queremos batir el record del circuito que frecuentamos, si vamos escuchando música o si las gafas de sol están empañadas. Aquí el saludo es obligado.

Y si se trata de un recorrido habitual o de una persona con la que solemos coincidir, aunque no la conozcamos de nada, es probable que hasta nos lleguemos a intercambiar alguna frase. Motivos siempre hay, desde el tiempo que hicimos en la prueba publicitada en la camiseta que llevamos puesta ese día hasta la marca del pulsómetro o de las zapatillas. Y no hablemos ya de los caminadores, que al llevar un ritmo respiratorio más pausado se pueden permitir hasta conversaciones de varios kilómetros.

Pero volviendo a la diplomacia runner, el saludo puede variar dependiendo de la forma física que en ese momento tengamos, e iría del citado intercambio de frases -si es que vamos muy sobrados- al apenas perceptible gesto de mover ligeramente una mano -si nos encontramos muy al límite de nuestras posibilidades-.

Y para acabar, otro acto de sinceridad: que levante la mano quien en alguna ocasión no haya disimulado una hiperventilación, haya erguido al máximo el cuerpo en su trote o haya puesto cara de estar de vuelta de todo al ver que de frente venía otro runner.