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viernes, 29 de marzo de 2024 00:01h.

Excursión por el Camino Natural del ferrocarril Vasco-Navarro

La Montaña Alavesa y la franja occidental de la comarca de Tierra Estella son dos territorios vecinos donde escasea la población y abundan las escarpadas sierras. En sus montañas se encuentran bosques de transición entre la vegetación mediterránea y la atlántica, y los numerosos cortados calizos de su paisaje constituyen un refugio seguro para las grandes rapaces.

Texto y fotos: Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

Una de las mejores maneras de conocer la excepcional riqueza natural es recorrer algunos de los tramos habilitados del antiguo tren de viajeros Vasco-Navarro, desmantelado en 1967, que unía Estella con Vitoria y Bergara, también conocido cariñosamente como “el trenico” o “el cangrejero”. Este Camino Natural completa el tramo Laminoría-Murieta, donde el río Ega/Berrón constituye el eje del mismo.

La ruta comienza en Murieta, en el hito del kilómetro 11, el punto más bajo del recorrido, desde donde el Camino sigue una suave ascensión constante que no representa un esfuerzo excesivo. Paneles informativos, postes con carteles de dirección e hitos kilométricos orientan permanentemente al viajero durante el trayecto, por lo que es fácil seguirlo.

El camino que parte a la derecha hacia Estella todavía no está acondicionado, aunque en algunos tramos discontinuos se puede transitar por él. Saliendo hacia la izquierda, una vez que se atraviesa la población, se llega enseguida a la antigua estación restaurada actualmente como ayuntamiento. Desde este punto, y tras esquivar unas viviendas ubicadas en la plataforma de la antigua vía, se continúa viaje hasta Mendilibarri, población que queda a unos pocos metros a la izquierda de la ruta.

El tramo inicial es un camino asfaltado que atraviesa campos de cereal y por el que también está permitida la circulación de vehículos, aunque el tráfico es casi inexistente. Las laderas y terraplenes sirven como refugio para la vegetación natural, donde se asientan encinas (Quercus ilex) que, a modo de setos, brindan en verano al viajero un oasis de sombra.

Vistas de la Sierra de Lokiz

Poco antes de llegar a Ancín, el firme de asfalto pasa a ser de zahorra. La ruta entra al pueblo por el cementerio, atraviesa el núcleo urbano siguiendo siempre la misma dirección que presenta una pendiente continua, hasta llegar a la antigua estación, actual sede del ayuntamiento, después de pasar junto a la antigua torre de electricidad del tren y las cercanas piscinas municipales.

En el tramo siguiente entre Ancín y Acedo, el paisaje alterna los campos de cultivo con los primeros encinares que, tras cruzar el río Ega y acercarse la ruta a la falda de las montañas, van ganando entidad, mientras que hacia la derecha se disfrutan las mejores vistas de la Sierra de Lokiz.

Varios establos avisan de la próxima llegada a la localidad de Acedo, pero antes, unos carteles de dirección indican el desvío de este Camino Natural hacia la derecha para salvar, a través de diversos caminos agrícolas, un tramo de unos 300 metros perdidos del trazado ferroviario original.

En Acedo también hay otro corto tramo desaparecido, por lo que se debe atravesar su casco urbano callejeando hasta llegar a un descansadero con fuente y mesas, que se encuentra junto al restaurado lavadero municipal. Desde aquí se sube a un pequeño puente para retomar la antigua vía, que penetra en una profunda trinchera dirigida hasta el túnel de Arquijas. Este pasaje de 1.415 metros de longitud está iluminado, aunque conviene llevar una linterna de apoyo en el equipaje, así como un jersey, pues en su húmedo interior hace frío.

Cambio de paisaje

A la salida del túnel el paisaje cambia totalmente. La ruta deja atrás las llanuras cerealistas y avanza hacia el río Ega, entre las sierras de Lokiz y Codés, tomando ahora una pista forestal que sube desde un antiguo apeadero hasta la cercana ermita de Nuestra Señora de Arquijas.

Tras este paso la ruta alcanza el amplio valle de Campezo, por lo que el paisaje se abre otra vez a las grandes llanuras cultivadas. Después de cruzar la carretera de acceso a Zúñiga, se llega a un descansadero junto a las ruinas de la antigua estación local, ante la que se extiende una recta de más de cuatro kilómetros a través de la llanura, que llega a Santa Cruz de Campezo. Este tramo del recorrido tiene sombras intermitentes gracias al seto vegetal asentado en los taludes y terraplenes de la vía, flanqueado por amplias llanuras cerealistas. También en este punto aparecen por vez primera los bolardos que impiden el acceso de vehículos motorizados al camino.

Santa Cruz de Campezo es una villa medieval de visita obligada, que además cuenta con un punto de información turística sobre la Montaña Alavesa. Siguiendo camino, poco más adelante, se pasa junto al Parque del Fresnedo, desde donde una pasarela de madera salva la carretera A-132, al tiempo que permite al viajero disfrutar de unas buenas vistas del valle y las montañas que lo rodean.

Antoñana

Dejando atrás el río Ega para continuar junto a su afluente, el Berrón, el Camino continúa por el antiguo trazado ferroviario hasta Antoñana, donde se accede al casco urbano por una carretera asfaltada, sin apenas tráfico. Una vez que se cruza la A-132 por una pasarela, el trazado la sigue en paralelo atravesando un pequeño túnel y salvando el río en varios puntos, hasta que el antiguo camino ferroviario se pierde entre la vegetación. En este punto es preciso tomar un camino alternativo que continúa por la otra orilla del río, a donde se llega cruzando una pasarela peatonal.

Después de recorrer un buen tramo, el Camino Natural continúa por la primera pista de tierra que aparece a mano izquierda. Siguiéndola de frente se cruza una vez más el río mediante otra pasarela y, tras pasar bajo la A-132, la ruta continúa hacia una fábrica abandonada de asfaltos, torciendo antes de llegar a ella por otra pista que lleva a la derecha hasta Atauri, un pequeño concejo situado en un estrechamiento del río. Alcanzada su antigua estación de tren, frente a la que existe un túnel inutilizado, el Camino continúa hacia la derecha por otra pista de tierra que franquea el monte y llega a una zona abierta donde se encuentra la ermita de la Soledad.

De nuevo, el trazado de esta ruta se adentra en un tramo boscoso hasta cruzar la A-132 y recuperar, al llegar al Parque de Zumalde, el trazado ferroviario original, acompañado en este punto por una gran tubería de abastecimiento de agua.

Saludo al “Papamoscas”

Maestu recibe al caminante con su esplendorosa estación, rehabilitada como Casa Consistorial. La ruta atraviesa el pueblo donde merece la pena pasear por sus señoriales calles y saludar al “Papamoscas”, una figura mecánica instalada en la torre del reloj de la iglesia que mueve la mano al dar cada hora.

El tramo final atraviesa la carretera A-3114 por una pasarela metálica y un nuevo túnel, no demasiado largo. El Camino deja a la derecha el municipio de Zekuiano para, un poco más adelante, en un tramo en que la antigua vía está sin restaurar, desviarse a la derecha por una solera de hormigón que baja en fuerte pendiente hacia la Ermita de Santo Toribio, donde hay un merendero que marca el final de la ruta frente a la cercana explotación minera de Laminoría.