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sábado, 20 de abril de 2024 00:00h.

Lesiones habituales de los corredores: Rotura del tendón de Aquiles

El tendón de Aquiles es una estructura que une los músculos de la zona posterior del pie con el calcáneo y la parte ósea del talón, por lo que es el responsable de que levantemos el talón del suelo para poder realizar la marcha al caminar o correr.

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Foto: acupunturayosteopatia.com

Según explica la doctora Pilar Rodríguez Maestu, traumatóloga especializada en pie del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de la Comunidad de Madrid, las situaciones que favorecen la rotura del tendón de Aquiles son las ocasionadas por la degeneración del tendón y sus tendinopatías derivadas.

Es difícil que el tendón de Aquiles se rompa en un niño, cuando lo hace es entre los 30 y los 40 años debido a la degeneración del tendón, enfermedades metabólicas que ocasionan depósitos de cristales, obesidad o patologías reumáticas.

Si se toman determinados fármacos durante bastante tiempo, y en según qué perfil de personas, también se puede producir la rotura, en muchos casos bilateral, derivada del uso prolongado de ciertos antibióticos (superior a las 7 semanas) que suelen emplearse para afecciones urinarias o del aparato locomotor.

 

Perfil de paciente más habitual

"La situación más común en la que se rompe el tendón de Aquiles es en un varón que practica deporte el fin de semana, que tiene entre 30 y 40 años, que no ha entrenado ni calentado lo suficiente, fumador y que al echar a correr realiza una contracción de forma brusca que rompe el tendón", señala la doctora Rodríguez Maestu.

Los síntomas son como si dieran una pedrada en la parte de atrás de la pierna.

Por lo general, la persona ya ha notado molestias por la degeneración y, al hacer un esfuerzo grande, los microtraumatismos que ha ido acumulando dan lugar a la rotura. Así que aquellas personas en las que se unan edad, obesidad y una situación de demanda fuerte y existan estos microtraumatismos, tienen un mayor riesgo de que se produzca la rotura del tendón de Aquiles.

"Los síntomas son como si dieran una pedrada en la parte de atrás de la pierna. Son personas que ya tenían alguna molestia pero la rotura ocasiona un dolor importante, no pueden flexionar el pie hacia la planta y no pueden caminar, aparece tumefacción en la zona y un derrame", aclara la doctora.

En las urgencias los médicos lo detectan con rapidez cuando ven lo que denominan el 'signo del hachazo', la piel hundida donde se uniría el tendón. Con la entrevista clínica y este 'signo del hachazo' ya es posible hacer el diagnóstico, pero se emplea además la ecografía para tener un dato objetivo y examinar si se trata de una rotura completa o incompleta.

 

Tratamiento y prevención

El tratamiento para la rotura del tendón si no existe contraindicación es quirúrgico. Si no se puede operar, es posible tratarlo con yeso para que se junten los trozos de tendón, pero suele perderse potencia flexora del pie.

Lo mejor es operar, una intervención que puede ser abierta o por microapertura a través de una incisión de 2 centímetros.

Por tanto, lo mejor es operar, una intervención que puede ser abierta o por microapertura a través de una incisión de 2 centímetros. En abierto, la operación requiere abrir toda la zona y permite tener una visión más directa del tendón e incluso se puede reforzar en caso necesario con el tendón delgado plantar. Ambas intervenciones suelen tener una duración de unos 30 a 45 minutos aproximadamente.

En la cirugía de microapertura existen más posibilidades de que se produzcan nuevas roturas del tendón de Aquiles (hasta un 0,5% de los pacientes) dado que el tendón suele estar degenerado. Aun así, existen buenos resultados, ya que la cicatrización es mejor debido a que es una incisión pequeña.

Aunque la doctora señala que la prevención es difícil, porque la rotura es consecuencia de la degeneración natural del tendón asociada al envejecimiento, sí se pueden plantear características de un estilo de vida saludable como no fumar, evitar la obesidad, si se realiza deporte emplear zapatillas bien adaptadas, no entrenar en suelo demasiado duro, adaptar el número de repeticiones o ciclos de contracción a la edad, hacer un buen calentamiento y controlar las enfermedades metabólicas y reumáticas.