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viernes, 29 de marzo de 2024 12:34h.

Un estudio confirma que hidratarse correctamente antes, durante y después del ejercicio mejora el rendimiento

Tener una adecuada hidratación antes, durante y después de la actividad física mejora el rendimiento deportivo y tiene consecuencias positivas para la salud, según ha mostrado un estudio liderado por los investigadores de la Universidad del País Vasco, Aritz Urdampilleta y Saioa Gómez-Zorita.

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Foto: Decathlon

El trabajo, publicado en la revista Nutrición Hospitalaria, incluye los hallazgos obtenidos en una búsqueda bibliográfica y en bases de datos entre los años 2006 y 2013. En concreto, según ha informado Aquarius, trata sobre los requerimientos para mantener una adecuada hidratación durante la práctica de actividad físico-deportiva.

"Es importante aportar correctos protocolos de hidratación antes, durante y después de la actividad física, así como conocer las limitaciones a las que la práctica deportiva nos pueda llevar, según las condiciones ambientales en que se realiza", han señalado los responsables del estudio.

En este sentido, han recordado que las bebidas isotónicas deben hidratar, aportar sales minerales e hidratos de carbono y, al mismo tiempo, aumentar la absorción de agua mediante la combinación de sodio y diferentes tipos de azúcares.

 

A más grasa, menos agua

Asimismo, han señalado que las personas con más grasa tienen menos agua en su cuerpo (55%-59%), mientras que los deportistas, que por lo general tienen más volumen de sangre y masa muscular, presentan niveles elevados de agua corporal (60%-65%) si tienen un nivel de hidratación normal.

Además, apostillan, los deportistas, aunque puedan perder igual o mayor cantidad de sudor a la hora, pierden menos cantidad de sodio por litro de sudor. No obstante, los especialistas han reconocido que en deportes de larga duración es habitual la pérdida de un 2% o un 6% del peso corporal, factor limitante del rendimiento deportivo.

"Los efectos de un 6% de deshidratación podrían mejorarse con estrategias dietético-nutricionales específicas e individualizadas, permitiendo y asumiendo únicamente un 2% de deshidratación, que afectará a la eficiencia metabólica pero no tendrá gran riesgo para la salud", han recalcado.

 

Efectos fisiológicos de la deshidratación

Ahora bien, las necesidades de líquidos y sales minerales varían sustancialmente de unas personas a otras, dependiendo sobre todo de factores tales como la edad, el estado fisiológico o las condiciones ambientales.

Por otra parte, y según el grado de deshidratación, se han objetivado una serie de efectos fisiológicos. En concreto, el estudio ha mostrado que con niveles de deshidratación de tan sólo el 1% (del peso corporal) se registra un aumento de 0,3 grados centígrados y unas 6 pulsaciones por minuto (pul/min) a una misma carga de ejercicio físico; con un 2% se produce una afectación a nivel de termorregulación, con un incremento de la temperatura corporal (0,6-1º C) y de la frecuencia cardíaca; si el grado de deshidratación es del 3%, disminuye la resistencia muscular por pérdida de eficiencia bioenergética y se puede dar hipertermia, cefalea y desorientación.

Por otro lado, con un nivel de deshidratación del 4%, aparecen la pérdida de resistencia y fuerza, calambres musculares por déficit de electrolitos y riesgo de congelaciones a altitudes elevadas y por debajo de cero grados centígrados. Ya con un nivel de deshidratación del 5% y 6% se hace "evidente la presencia de agotamiento y el aumento significativo de la temperatura corporal (39-41ºC, estado de fiebre) hasta llegar al cese de la actividad físico-deportiva", han señalado los autores.

Dicho esto, han alertado de que la hiperhidratación también puede ser peligrosa para la salud del deportista, asociándose a hiponatremia (disminución de la concentración de sodio en sangre), que puede provocar edema cerebral o insuficiencia respiratoria.