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viernes, 29 de marzo de 2024 00:25h.

¿Correr puede ser tan perjudicial para la salud como comer hamburguesas?

En un artículo publicado la semana pasada en The Wall Street Journal, Kevin Helliker reconoce que algo extraordinario ha ocurrido en el mundo de los deportes de alta resistencia: la línea divisoria entre los efectos saludables de correr maratones y comer hamburguesas empieza a borrarse. Los atletas de resistencia han disfrutado de una imagen de hierro, pero hay evidencias de que las dosis extremas de ejercicio pueden disminuir los beneficios de cantidades más moderadas.

Foto: Associated Press

Los seis años adicionales de longevidad, que sería uno de los beneficios comprobados de correr, podrían desaparecer para los que hacen más de 48 kilómetros a la semana, sugieren estudios recientes. ¿Y la mejora en la presión sanguínea, los niveles de colesterol y en la salud del corazón del ejercicio? Entre las personas que hacen ejercicio extremo, tales beneficios podrían ser contrarrestados por una mayor vulnerabilidad a la fibrilación auricular y problemas en las arterias coronarias.

Los beneficios de longevidad asociados con correr podrían disminuir o desaparecer con distancias que excedan los 48,3 km semanales.

Los resultados de estas investigaciones están atenuando el escepticismo acerca de la posibilidad de una sobredosis de ejercicio. Las preocupaciones sobre el atletismo de resistencia se han estado acumulando durante años. Dos ganadores del Campeonato Mundial de Triatlón, conocido como Ironman, donde los participantes tiene que nadar 4 kilómetros, hacer 180 en bicicleta y correr una maratón, se han visto obligados a retirarse por condiciones cardíacas que requirieron cirugía.

Normann Stadler, el ganador de 2011, se sometió a una cirugía de emergencia para reparar un enorme aneurisma aórtico, una condición posiblemente agravada, pero no causada, por el ejercicio de resistencia. Otras investigaciones sugieren que los beneficios significativos de longevidad asociados con correr podrían disminuir o desaparecer con distancias que excedan los 48,3 kilómetros semanales.

 

Una evidencia cuestionable

No obstante, no hay motivos para la alarma. La realidad es que por cada persona que lleva el ejercicio al extremo, hay miles que no hacen nada y que podrían tomar cualquier advertencia como una justificación para seguir de brazos cruzados. Además, la evidencia sobre los peligros del ejercicio extremo dista de ser concluyente y es cuestionada por otros estudios.

Por tanto, "el ejercicio excesivo incrementa la mortalidad", concluye.

Pero la medicina deportiva tiene un largo historial de ignorar advertencias. Mucho después de que surgieran evidencias que indicaba que un exceso de hidratación podría tener consecuencias fatales para los maratonianos, los expertos siguieron motivándoles a tomar mucho líquido, lo que llevó a tragedias como la muerte de una mujer en la maratón de Chicago en 1988.

Con la aparición de estudios que encuentran problemas coronarios en los maratonianos, la medicina deportiva está desacreditando el mito de que las carreras dan una protección casi absoluta contra enfermedades cardíacas. Paul Williams, director del Estudio de Salud de Corredores Nacionales, ha analizado a 2.377 corredores que sobrevivieron a infartos. Durante 10,4 años, 526 murieron, el 71,5% a raíz de una enfermedad cardiovascular. Cuanto más corrieron o caminaron después del infarto, menor fue la probabilidad de que fallecieran de una enfermedad del corazón. Pero no debían correr más de 7,1 kilómetros diarios ni caminar más de 10,7 kilómetros. Por tanto, "el ejercicio excesivo incrementa la mortalidad", concluye.