Que un número cada vez mayor de personas sale a correr de manera habitual es una evidencia más que contrastada, sobre todo porque es un deporte sano, sencillo y bastante económico, aunque antes de comenzar a practicarlo deberíamos tener en cuenta diversos aspectos, tal y como nos recuerda Antonio Torres, médico de Urgencias del Hospital La Vega.

Así, no es lo mismo "correr en cinta que hacerlo sobre el asfalto de la calle, donde el impacto será mayor" y, por tanto, puede “acarrear más problemas”. Por otra parte, cualquier persona que decida iniciarse en esta disciplina "deberá someterse a un estudio cardio-deportivo previo, con prueba de esfuerzo, para descartar patologías cardíacas y medir las capacidades máximas individualizadas", aparte de revisar su pisada, que suele ser uno de los "principales motivos de lesión".

Recomendaciones sobre higiene postural

Algunas recomendaciones que realizan desde este centro hospitalario murciano para correr con una técnica adecuada son:

- Cabeza alta, mirada al frente y hombros relajados para evitar que la zona del cuello y trapecio acaben sobrecargadas.

- Los brazos, que deben estar en un ángulo de 90 grados, han de moverse libremente hacia delante y hacia atrás en sentido contrario al de las piernas, de modo que el cuerpo siempre esté equilibrado con respecto al suelo y facilitemos una pisada correcta.

- La columna vertebral tiene que estar recta, sin llegar a tener una posición de bloqueo, y la cintura debe moverse con libertad según la dinámica de nuestra zancada, pero nunca de forma brusca, ya que de ese modo podríamos causar demasiada presión sobre la zona lumbar. Para evitarlo puede ser útil que el abdominal esté más o menos contraído. Por ello es muy recomendable que en nuestro entrenamiento habitual se realicen ejercicios de abdomen y lumbares para fortalecer la espalda y conseguir que sufra menos durante la carrera.

- Las piernas conviene que estén semiflexionadas, sin levantar demasiado las rodillas e intentando que la zancada sea corta. La pisada ideal sería aquella intermedia entre el talón y la puntera, nunca de puntillas y tampoco, como es habitual, dejando caer todo el peso sobre la parte de atrás de la planta del pie.